05. El destierro
La unión de todas las tribus había sido
muy corta. Y el reino dividido no podía tener futuro. La división era el
comienzo de la disolución. El primero en desaparecer fue el reino de Israel. El instrumento de Dios
sería el mayor coloso de entonces, el imperio de Asiria. El año 721 antes de
Cristo el ejército asirio saquea la región de Samaría. La más dolorosa
consecuencia de este desastre fue que toda la gente importante de Israel marchó
deportada a Asiria. Y para sustituir a estos prisioneros, violentamente
desplazados de su tierra, los asirios trajeron a Samaría colonos de otros
pueblos por ellos conquistados, que llegan con su religión, su cultura y sus
costumbres. En esta mezcla de razas, culturas y religiones está el germen de
los llamados samaritanos.
El reino de Judá tardó más tiempo
en caer. Su posición era débil, frágil y comprometida, pues se veía acosado por
la amenaza de dos grandes potencias Egipto y Babilonia. El ejército de este
último imperio se planta el año 587 ante las puertas de Jerusalén, pone cerco a
las murallas, arrasa la ciudad e incendia el templo. Los hombres de mayor
relieve, incluidos sacerdotes y profetas, inician la larga marcha del destierro
en dirección al país de Babilonia.
La gente vivió este descalabro como la
mayor catástrofe nacional. Todo se había hundido. El pueblo elegido de Dios
había quedado sin tierra, sin templo y sin rey. ¿Qué futuro podían esperar? Y,
sin embargo, aquel destierro sería el mejor crisol para la fe de los
Israelitas. Dos profetas, Ezequiel y un discípulo de Isaías, mantienen la
esperanza y ayudan al resurgimiento espiritual del pueblo. Así es como nació
una realidad diferente, el judaísmo, ese modo peculiar de vivir la religión que
perdura hasta nuestros días.
La historia de la monarquía hebrea,
desde sus comienzos hasta la tragedia del destierro, ha quedado reflejada en
varias obras literarias: libro de Samuel,
Reyes y Crónicas. Los escribas y
los sabios, que estaban en la corte desde la época de Salomón, pueden poner por
escrito estos acontecimientos, documentándose en los archivos oficiales. No
hace falta decir que estos libros, además de historia, contienen principios
teológicos. En algunos de ellos está muy clara la tesis religiosa de que Dios
lo gobierna todo y decide el destino de cada rey de acuerdo con su fidelidad a
la alianza.
EL DESTIERRO
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