Los profetas


La ruptura del reino y el destierro
Los acontecimientos de la historia del pueblo de Israel a partir de Salomón y hasta la deportación a Babilonia están narrados e interpretados a la luz de la fe en los libros bíblicos de los Reyes y de las Crónicas.
El reino del Norte o Israel
Tras la muerte de Salomón (hacia el año 931 a. C.), el reino se divide en dos.
Jeroboán se levanta en armas contra Roboán, hijo de Salomón, y constituye el reino del Norte o Israel, con la mayoría de las tribus. A partir de ese momento, este reino se desarrollará en conflicto con el del Sur, y en este período los profetas denunciarán constantemente la falta de fidelidad de los reyes y del pueblo a la Alianza con Dios. Por eso, para comprender mejor esta época es útil leer también los relatos proféticos de Elías y Eliseo, contenidos en los libros de los Reyes, así como los de los profetas Amós y Oseas.
Finalmente, el reino del Norte es invadido por el ejército asirio en el año 721 a. C., y muchos de sus habitantes son desterrados a Nínive, al norte de Mesopotamia.
El reino del Sur o Judá
Tan solo las tribus del Sur, con capital en Jerusalén, permanecieron fieles a Roboán, hijo de Salomón, formando el reino del Sur o Judá. Los libros de Isaías y Jeremías contienen las profecías que denuncian las traiciones a la Alianza y advierten de los peligros que acechan al pueblo si se separa de Dios.
El reino del Sur subsiste durante más tiempo, hasta que en el 587 a. C. es invadido por el ejército de Nabucodonosor. Jerusalén es destruida y muchos de sus habitantes son deportados a Babilonia, donde vivirán exiliados durante unos cincuenta años.
El exilio en Babilonia
La deportación a Babilonia es una dura experiencia para el pueblo judío. El libro del profeta Ezequiel, quien acompañó a los israelitas durante el destierro, contiene, sobre todo, una interpretación de por qué suceden los acontecimientos y una promesa de la reconstrucción futura. Su mensaje es claro: el pueblo de Israel es solo uno, aunque se encuentre disperso, y debe mantenerse fiel a la Alianza que ha hecho con Dios.
La fe del pueblo se refuerza durante el exilio en Babilonia. Allí tiene tiempo de reflexionar, de aceptar que en el pasado se había alejado de la Alianza y que ésta es la razón por la que sufre el destierro. Los profetas lo animan a arrepentirse, a convertirse y a pedir perdón a Dios. Finalmente, el Señor se apiada de su pueblo y hace posible su retorno a Canaán, la tierra que Él había prometido a Abrahán.
Conservamos, en diversos libros bíblicos, tanto históricos como proféticos, testimonios sobre la vida y la fe del pueblo en los cinco siglos anteriores a la llegada de Jesús.
El retorno a Jerusalén
Ciro, rey de Persia, anexiona su imperio tanto Babilonia como el territorio judío y permite el retorno a Jerusalén de los judíos exiliados, la reconstrucción del Templo y la reorganización de la vida religiosa del pueblo hebreo.
Estos hechos están relatados en los libros de Esdras y Nehemías y en el del profeta Ageo. En ellos se transmiten las enseñanzas básicas del judaísmo institucionalizado alrededor del Templo, sus sacerdotes, el culto y la estricta observancia de la Ley de Moisés. El pueblo vive todos estos acontecimientos como una renovación de la Alianza con Dios, una vez reconstruido el Templo.
La dominación griega y romana
En el siglo IV a. C., Alejandro Magno, rey griego de Macedonia, conquista Persia y, con ella, el territorio judío. Entonces se inicia un proceso de helenización de la población israelita, proceso que muchos judíos consideran como una agresión.
Los libros de los Macabeos marran el enfrentamiento judío con el helenismo y la heroica gesta del pueblo de Israel para recuperar su independencia y, sobre todo, conservar su religión y sus tradiciones.
En el año 64 a. C., Israel es anexionado al Imperio Romano; esta ocupación es la que se vivirá en tiempos de Jesucristo y de las primeras comunidades cristianas. Finalmente, en el año 70 d. C., las legiones romanas aplastan una revuelta judía, reconquistan Jerusalén y destruyen definitivamente el Templo.
Durante todo este período la religión se convierte en el elemento principal de la identidad judía, mientras se generaliza la confianza en la inminente llegada del Mesías, anunciada por los últimos profetas como Zacarías, Malaquías y el autor del libro de Daniel.

TRABAJO EN GRUPO
Buscar quiénes eran los profetas en las diversas etapas de la historia de Israel y colocar sus características.
REINO DEL NORTE
REINO DEL SUR
EXILIO
DESPUÉS DEL RETORNO